sábado, 13 de agosto de 2016

CRÓNICA

Pasó el tiempo, dió un vistazo a su biblioteca llena de libros históricos, de biografías y crónicas, de revistas y retazos de periódicos. Obras que contaban historias reales, en tiempos y espacios reales, con protagonistas reales, miles de relatos reales narrados y adornados con lujo de detalles.

Y fue así como por fin entendió por qué carajos no le apasionaba la poesía, ni la novela no histórica, ni el cuento...lo que ella quería era sentir de primera mano la fuerza del ser humano, de su propia humanidad -e inhumanidad-....Eso sólo podría hacerlo, de una manera veraz, sumergiéndose en la mismísima realidad.

“No defiendo la crónica por algún motivo romántico, de poeta nostálgico. Lo hago porque creo que, a través del aprovechamiento pleno de los recursos del lenguaje, del vuelo del espíritu que ella implica, de las herramientas estilísticas que aporta, de la honestidad que demanda, de su exploración real del ser humano, nos aproximamos más a la verdad”. Ernesto McCausland

No hay comentarios:

Publicar un comentario