jueves, 11 de agosto de 2016

ODIO


Odio.

Odio en las calles.

Odio en las redes.

Odio en todas partes.

Colombianos: ¡Nos estamos odiando!

Soy colombiana, soy católica, soy heterosexual, crecí en una familia tradicional y, que yo sepa, hasta el momento, no tengo parientes gais. Sin embargo tengo grandes amigos que adoro y que son abiertamente homosexuales y sé que existe la posibilidad de que en un futuro alguien de mi propia familia se incline por una u otra orientación sexual.

La vida y la educación que recibí de mis padres me han enseñado a evitar discriminar por ningún motivo; ni por raza, sexo, condición social, ni porque sea gordo, flaco, alto, bajito, etc. (No podría terminar el listado de adjetivos por los que podemos ser objeto de exclusión y señalamiento)

Creo en la familia de corte tradicional, es lo que quiero para mí, pero también creo que por mis convicciones no puedo ser tan egoísta como para pretender que lo que quiero para mí lo tenga que imponer a otros. Cada cual que viva su vida como mejor le parezca, eso sí, dentro del límite del respeto por los derechos de los demás.

Revisando una gran serie de notas publicadas por los medios de comunicación y dándole una lectura ala “cartilla de la discordia” real que es el manual denominado “Ambientes Escolares Libres de Discriminación” (No a la bajeza que circula por las redes sociales, que según dicen es una caricatura pornográfica proveniente de los países bajos). Y, teniendo en cuenta las razones por las cuales el Ministerio de Educación, por órden expresa de la Corte Constitucional, encargó su elaboración a la agencia UNFPA de las Naciones Unidas, llego a la conclusión de que no solamente es necesario, sino urgente, que se revisen los manuales de convivencia de los colegios de Colombia, que se ajusten a lo establecido por el artículo 13 de nuestra Constitución, y se establezca un protocolo de manejo frente a todo tipo de discriminación.

El matoneo, que generalmente -o siempre- está asociado a algún tipo de segregación, puede venir no sólo de los compañeros sino del mismo profesorado y del personal administrativo, para eso tan sólo basta recordar los detalles del triste caso del suicidio de Sergio Andrés Urrego y el manejo cruel e irresponsable que recibió por el hecho de ser homosexual.

Pero no me voy a detener en la historia, suficientemente documentada, del por qué llegamos aquí, a este punto donde miles de personas salen a marchar para defender la familia tradicional, ni tampoco si están bien o mal los términos del manual, o si se trata o no de una campaña de adoctrinamiento en la ideología de género, cada cual puede leerlos y sacar sus propias conclusiones.

Aunque fue una marcha pacífica, quiero referirme a lo que con tristeza ví en los noticieros y redes sociales: Odio, odio, odio…mucho odio, expresado en pancartas, arengas y memes, ese sentimiento de profunda antipatía y repulsión hacia una persona: Gina Parody, Ministra de Educación. Odio hacia lo que ella representa, no sólo como declarada homosexual, sino como miembro del gobierno actual…y, por ahí derecho, odio a toda la comunidad LGBTI y odio a todas la políticas del gobierno de Juan Manuel Santos, incluido el proceso de paz. Un odio politizado y azuzado desde todas las orillas. Un odio que enceguece y no nos deja pensar en los demás. Un odio que mata y que sólo puede terminar en algo peor para nuestro amado país.

Reflexionemos:
¿Es así como se defienden los valores familiares?
¿Es eso lo que queremos dejarle a los niños que pretendemos proteger?
¿Vamos a seguir jugando el juego sucio de odio que está siendo orquestado desde el gobierno nacional y la oposición para evitar pensar en los problemas reales que aquejan nuestro amado país? ¿Vamos a seguir participando en nuestra propia autodestrucción?

Rabo de Nota para Padres:

La formación sexual es responsabilidad de los papás, no de los colegios ni de los profesores,

Dejen a los niños ser niños, y crecer y aprender en la medida de su edad. (esto va para los legisladores,

Enséñenles a conocer y respetar la diferencia.

Explíquenles que nadie los puede tocar ni decir cosas que los haga sentir incómodos.

Denles toda la confianza para hablar de sexualidad y responder las preguntas que, con este bombardeo virtual, pueden surgir en cualquier momento. Sean los mejores amigos de sus hijos para que recurran en primer lugar a Ustedes en caso de duda.

Ensénenles, sobre todo, a Amar.

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