sábado, 14 de febrero de 2015

ADOPCIÓN IGUALITARIA

En Colombia, en el país de los múltiples debates y de las múltiples posiciones (siempre a la órden de los intereses particulares), está puesto sobre la mesa el tema de la adopción gay: Se discute sobre la posibilidad que tendrían las parejas homosexuales de adoptar niños en igualdad de derechos a las parejas heterosexuales. 

Durante varios meses muchos hemos visto pasar ante nuestro ojos, en silencio, todo tipo de comentarios a favor y en contra de la adopción igualitaria; algunos corteses y bien argumentados, y otros francamente irrespetuosos, de muy bajo nivel y sin ningún tipo de sustento legal, científico o psicológico. 

Hemos llegado al punto de sentirnos como en una corrida, permanecemos pasivos desde la confortable barrera del silencio esperando a ver qué lado entierra la próxima estocada en esta guerra que se ha formado entre homofóbicos y defensores del igualitarismo, entre homosexuales y heterosexuales, entre heterosexuales y heterosexuales, entre padres e hijos, entre amigos y amigas. 

(Y los niños ahí: cada día abandonan en promedio cinco (5) niños en Colombia, ¿Es la adopción igualitaria la solución?).

En realidad pocos son los que se atreven a defender voz en cuello alguna de las dos posiciones, ¿Por qué callamos?

¿Por qué callamos? Quizás porque todos tenemos como mínimo un familiar, un amigo, un conocido o una persona que admiramos por su gran calidad humana, que es homosexual, que por serlo no ha perdido la dignidad de ser respetado y tratado como un igual; un ser humano que está en todo su derecho de ser padre o madre, de amar y ser amado por su pareja, por sus hijos, por la sociedad.

¿Por qué callamos? Quizás porque muchos hemos sido criados bajo el concepto de familia tradicional: Mamá, papá e hijos, y sentimos que ese es el orden natural y así debe permanecer.

¿Por qué callamos? Quizás porque reconocemos que son demasiados los niños abandonados, en estado de vulnerabilidad, faltos de afecto y cariño, y nos rehusamos a ser nosotros los que les neguemos abiertamente la oportunidad de crecer y ser felices en un hogar, así sea homoparental. 

¿Por qué callamos? Quizás porque para esta sociedad tradicional colombiana todo es nuevo y es muy difícil aceptar los cambios que se han dado en la sociedad mundial. Quizás porque llevamos siglos haciendo y aceptando lo mismo. Quizás porque sabemos que somos unos intolerantes y vemos con horror el día en que esos niños sean víctimas del matoneo por ser hijos de homosexuales.

¿Por qué callamos? Quizás porque muchos nos encontramos en la misma encrucijada, en esa delgada línea donde descansan todos nuestros miedos, nuestros prejuicios religiosos y sociales, nuestras tradiciones. Quizás porque nos enfrentados a la realidad palpable de que hay un grupo de seres humanos homosexuales que quieren dar amor y muchísimos niños más que están ávidos de recibirlo. Quizás porque es tanta la diversidad de conceptos científicos que no sabe uno a quién creer.

Ni la misma Corte Constitucional ha logrado ponerse de acuerdo y ha dejado la decisión en manos de un Conjuez. Una sola persona marcará los destinos de miles de parejas homosexuales y de niños abandonados que están en lista de espera para su adopción. Tal vez haya llegado el momento también de preguntarnos todos: ¿Yo que haría de tener en mis manos la facultad y la responsabilidad de tomar la decisión de aprobar o no la adopción igualitaria en Colombia?

Sé que somos muchos los que nos hayamos en la misma disyuntiva, que encontramos muy difícil tomar una decisíon.entre tantos argumentos a favor y en contra de la adopción igualitaria.

Es más cómodo sentarse a ver los toros desde la barrera. Es más fácil permanecer en el silencio. Es más fácil esperar a que otros tomen la decisión. 

Hoy me decidí a hablar por todos los que pensamos de manera similar:¿Por qué callamos? Porque NO es fácil tomar una decisión.